- Nunca más una Guerra Civil, bajo ningún concepto ni justificación, y sí, hubo miserables asesinos en ambos frentes: unos antes, todos durante y otros después de la Guerra, que nos conducirían a una dictadura comunista o militar
- Los golpes de Estado nos lo dieron a la Tercera España ambos frentes: en octubre del 34 los socialistas en Asturias y Companys en Cataluña; pero, además en el 36 los nacionales. Ambos se han adueñado o repudiado nuestros símbolos, cultura e Historia
Parece que reivindicar un espacio propio de libertad, en la España del siglo XXI, sin las toxicidades de la aberración absoluta que fue la Guerra Civil está levantando ampollas o adhesiones como Miquel Giménez ayer.
Así, Javier Cercas, el pasado 22 de septiembre, publicó un artículo titulado El timo de la tercera España. Timo no, señor, sino síntesis de una dialéctica macabra, agónica, interesada e impositiva de la que no nos sentimos ni juez ni parte y menos, víctimas. Nuestras familias y nuestras historias, el adoctrinamiento vergonzante de años de pensamiento único, nuestras propias lecturas e investigaciones, sentido crítico y experiencia nos han llevado a conclusiones compartidas por millones de españoles. Nunca más una Guerra Civil, bajo ningún concepto ni justificación, y sí, hubo miserables asesinos en ambos frentes: unos antes, todos durante y otros después de la Guerra, que nos conducirían a una dictadura comunista o militar.
Los golpes de Estado nos lo dieron a la Tercera España ambos frentes: en octubre del 34 los socialistas en Asturias y Companys en Cataluña; pero, además en el 36 los nacionales. Ambos se han adueñado o repudiado nuestros símbolos, cultura e Historia.
En primer lugar, Cercas no sabe de quién fue la idea de la Tercera España. Habrá que recordarle a Chaves Nogales, Campoamor, Salvador de Madariaga, Josep Pla, Melchor Rodríguez, bajo cuyo mando cesaron las matanzas en las cárceles del bando republicano en Madrid durante tres meses, incluso Alcalá-Zamora, etc o Dionisio Ridruejo que participó en la plataforma Acción Democrática o García Trevijano, etc.
En segundo lugar, Cercas expone que los partidarios de la Tercera España afirmamos que «La idea es más o menos ésta: en la Guerra Civil ninguna de las dos Españas tenía razón, porque ambas -la republicana y la franquista- cometieron atrocidades sin cuento; la razón la tenía la tercera España: aquella que, como los dos bandos eran igual de malos, se declaró neutral». Caballero Cercas, en cualquier guerra -y más civil- lo que impera es la irracionalidad, la barbarie, la muerte, el odio, la venganza más atroz, la miseria, el hambre, lo peor del ser humano. No es equidistancia. Es el análisis de los hechos pasados desde la racionalidad de la lectura de los documentos, los testimonios de la época y el demostrable uso partidista de la Memoria Histórica. Nunca fue nuestra guerra, fue la vuestra.
Asimismo, hace Cercas un brevísimo recorrido desde el año 31 al 39, reconociendo que «la República era una democracia pobre y frágil, muy imperfecta». Como es incuestionable la cultura histórica de Cercas, se deduce que su reduccionismo es sesgado y ad hoc. Empero, él mismo asevera: «claro está que los republicanos también cometieron atrocidades», llegando a decir que la Tercera España es en realidad el franquismo: «en la práctica, un respaldo a la España de Franco» -si no estás conmigo, estás contra mi-. Se olvida de las insurrecciones y alzamientos, atentados y explosiones, de la confederación de las naciones ibéricas, del estado de alarma, de guerra, de los golpes de Estado, de las huelgas generales, de los miles de asesinatos, violaciones, confiscaciones y matanzas como la de Casas Viejas, de los incendios, asaltos, anti-clericarismo, destrucciones y robos, del asesinato del líder de la oposición, del pucherazo del 36, de las checas, de tantos horrores indescriptibles y venganzas personales, incluso guerras civiles dentro de la Guerra Civil. Acción, reacción, destrucción. Así, ad infinitum.
Tras una cita de Orwell, apostilla: «O se está con la democracia, por imperfecta que sea, o se está contra ella». La Segunda República fue de todo menos una democracia y Cercas lo sabe perfectamente. Así, el 20 de enero de 1936 Largo Caballero afirmó en El liberal (el periódico de Prieto) que «si triunfan las derechas (…) tendremos que ir a la guerra civil declarada» (citado por Fernando Paz, «La fascinación de la URSS», en El libro negro de la izquierda española, Chronica, Barcelona 2011, pág. 130) –fuente-.
Veamos más testimonios de la época:
2. Clara Campoamor, La revolución española vista por una republicana, París 1937. Reeditado en 2018 por la editorial Renacimiento -enlace-.
“Si el futuro tiene que depararnos el triunfo de los ejércitos gubernamentales, este triunfo no traerá consigo un régimen democrático, pues los republicanos ya no cuentan en el grupo gubernamental. El triunfo de los gubernamentales sería el de las masas proletarias y, como éstas están divididas, serán otras nuevas luchas las que decidan si se quedarán con la hegemonía de los socialistas, los comunistas o los anarcosindicalistas. Pero el resultado sólo puede ser una dictadura del proletariado, más o menos temporal, en detrimento de la República democrática… Si, tal y como hemos indicado, las causas de la debilidad de los gubernamentales traen consigo el triunfo de los nacionalistas, éstos también deberán empezar por instaurar un régimen que detenga las disputas internas y establezca el orden. Este régimen, lo suficientemente fuerte como para imponerse a todos, sólo puede ser una dictadura militar.”
3. Y posteriormente, «Madariaga planteaba una tercera vía de oposición a comunistas y fascistas y, con una importante dosis de ironía, denominaba a España “Yugoespaña”. Reprochaba a Franco que su política represiva favorecía a los comunistas y preparaba “a España para el comunismo”. Este planteamiento incomodó especialmente a Franco pues rompía el discurso maniqueo, sostén del régimen, que planteaba una única elección: comunismo o franquismo. El ya creía en una Tercera España que sería propiciada por una asamblea de “notables” compuesta por setenta personalidades del interior y cincuenta del exilio. El proyecto, afirma el historiador Paul Preston, ganó adeptos y en España lo desarrolló la Asociación Españolas de Cooperación, presidida por Gil Robles. Este fue el punto de partida que inspiró el IV Congreso del Movimiento Europeo, que se reunió en Munich en junio de 1962, el famoso “contubernio de Munich” que tantos quebraderos de cabeza dio al franquismo. En Munich se reunieron monárquicos, católicos, falangistas críticos, socialistas moderados, nacionalistas catalanes y vascos «-fuente: Fernando Álvarez Jurado-.
En resumen y para abreviar: la Tercera España actual es formalista no materialista, anti-belicista, prospectiva, regeneradora, reformista, anti-corrupción, anti-dogmática, anti-totalitaria, incluye a socialdemócratas, socioliberales, liberales y libre pensadores. Es democrática e integradora, anti-revanchista, no es reaccionaria ni revolucionaria sino asertiva, progresista, abierta, dialógica, constitucionalista y respetuosa con las distintas ideologías no totalitarias, crítica e incómoda para los sectarios y radicales. Es por ello, que conscientes de que el comunismo y el fascismo son dos caras de la misma moneda nos hemos alegrado ante la reciente Resolución de la Unión Europea, que condena al mismo nivel al comunismo, al nazismo y a cualquier totalitarismo.
Coda: no, señor Cercas, no. La Tercera España no es un timo. Es la superación del pasado y la proyección al futuro, el producto del hartazgo del guerracivilismo, del odio heredado y renacido, del maniqueísmo, de la manipulación, de la España de la marmota y de Sísifo, de la demagogia que tantos réditos han proporcionado -a unos y a otros-. Y cada día seremos más. #SomosLaTerceraEspaña
Javier Cercas, aparte de ser un escritor sobrevalorado, es un analfabeto en Historia. Que nos deje a los historiadores y a los descendientes de miembros de la Tercera España que sabemos como sufrieron nuestros antepasados de izquierdas, machacados por los «hunos y los otros».