Artículo de Francisco Rubiales
La condena de una «manada» de políticos destacados del socialismo español por el escándalo de los ERE, en la que hay dos ex presidentes de Andalucía y del PSOE, unidos en las condenas a consejeros y altos cargos del gobierno socialista andaluz, probablemente el más corrupto de Europa, ha demostrado y hecho ver a los ciudadanos que la corrupción en España ha alcanzado límites que ya son famosos en el mundo civilizado y que se ponen como ejemplo de lo que puede ocurrirle a un país cuando la clase política no da la talla y cuando los ciudadanos son tan permisivos o cobardes que no se rebelan contra el abuso de los políticos.
La corrupción en España es peculiar porque ha comenzado en las alturas del poder y desde allí ha descendido, infectando a gran parte de la sociedad, mientras que en otros muchos casos el recorrido es inverso, el de una sociedad corrompida que infecta a los políticos, al Estado y a sus instituciones.
Lo más podrido del país siempre estuvo y está en las alturas del Estado y en las grandes instituciones del gobierno. Una vez más los políticos han sido los grandes culpables del drama español.