La extensa y pavorosa corrupción en España

Artículo de Francisco Rubiales

Con Pedro Sánchez en el poder, la corrupción en España está alcanzando niveles inéditos y espeluznantes. Al tradicional robo de fondos públicos y prostitución de concursos públicos, contrataciones de personal, contratos y subvenciones, ahora hay que agregar violaciones a la Constitución, agresiones a los derechos humanos básicos, apuestas por la desigualdad, ruptura de la separación de poderes, compra de medios de comunicación, acoso a los que piensan distinto y la construcción de una España donde ya no existe igualdad entre las autonomías y ciudadanos.

Si se conociera el verdadero alcance de la corrupción en España y la brutal naturaleza de sus delitos, el sistema entero saltaría por los aires. Aseguran que Jordi Pujol, para salvarse del castigo que merece y conociendo la dependencia de la Justicia española de la clase política, posee un dossier con pruebas de la barbarie y los gravísimos delitos cometidos por la clase dirigente española, sobre todo por los políticos, sin excluir al viejo rey emérito.

Nadie sabe si todas las brutalidades y abusos que se atribuyen a los políticos son ciertas, pero lo grave es que millones de españoles se lo creen sin dudar, lo que resta dosis elevadas de legitimidad al sistema político español.

Se equivocan los que creen que el núcleo de la corrupción en España es el robo del dinero público. Hay pecados de corrupción mucho peores que apropiarse de los fondos públicos. El abanico de corrupciones practicadas en España, que es uno de los países más corruptos del mundo próspero, es inmenso y comprende desde gobernar mal y generar infelicidad hasta crímenes ocultados y desconocidos para la opinión pública, injusticias tan graves como condenas de inocentes en los tribunales, subvenciones y ayudas masivas para los amigos, marginación y vidas destrozada para los enemigos del poder, manipulación de la inspección de Hacienda para que los enemigos sean esquilmados y los amigos se libren de pagar impuestos, concursos públicos trucados, comisiones por doquier, nepotismo, clientelismo, miles de enriquecidos ilegalmente y mil brutalidades crueles con las que los dueños del Estado aplastan a sus adversarios, a los que muchas veces, tras destruir su fama, su trabajos y vida familiar, empujan hasta el suicidio.

Un viejo cuadro de los servicios de inteligencia, ya jubilado, me dijo un día, ya hace años, que si llegaran a conocerse los «crímenes» cometidos por los poderosos y cuidadosamente ocultados, el sistema político y económico español se desplomaría. Esa misma persona me dijo que los dossier que esconde Jordi Pujol y que le permiten segur en libertad a pesar de ser uno de los ladrones más activos y corruptos de Europa, contienen precisamente esos secretos, entre los que podría haber casos de cadáveres, pederastia y otras brutalidades terribles. Y concluyó afirmando: «muchas muertes que se presentaron como naturales y así pasaron a la Historia, han sido asesinatos».

Pero dejando a un lado los grandes delitos del poder, que existen, como aquel terrorismo de Estado practicado por el gobierno de Felipe González o el saqueo, también por los socialistas, de las reservas del Banco de España, durante la guerra Civil de 1936-39, el corazón de la corrupción en España está en el mal uso que se hace del poder y en la brutal capacidad de los gobernantes para destrozar las vidas de los adversarios, aplastar a los rebeldes, degenerar al pueblo con la ignorancia y la incultura y generar dosis insoportables de chantaje, miedo, inseguridad e infelicidad en la población.

España cuenta con una de las clases políticas peores del planeta y también de las más delictivas a implacables. Por el número de los delitos cometidos y los encausados en prisión o en el banquillo de los acusados, el PSOE y el PP son las asociaciones de maleantes más activas y corrompidas, detrás solo de la banda terrorista ETA.