Artículo de Francisco Rubiales
- Nuestro pecado ha sido permitir que lo peor de la sociedad acceda al poder y nos gobierne
- Somos miembros de generaciones cobardes, no solo porque hemos permitido que conviertan el país y la democracia en un estercolero, sino porque ni siquiera somos capaces de castigar a nuestros malos dirigentes
España es un país políticamente fracasado, como lo reflejan las encuestas, que delatan que los políticos son la segunda gran preocupación de los españoles y que la insatisfacción ante la vida pública domina la sociedad. Cuando una sociedad colisiona con su clase dirigente, ni siquiera existe la nación.
El dolor que produce el fracaso es insoportable. Soy uno de los muchos españoles frustrados e indignados ante la realidad de nuestro país. A medida que me acerco al fin de mis días, me siento más decepcionado ante la nación que me cobija y en la que he vivido. Hasta no hace mucho me sentía miembro orgulloso de una generación notable de españoles, la generación que enterró a Franco y trajo la democracia. Hoy, tras sacudirme el engaño y asumir la verdad, me siento parte de una de las generaciones de españoles mas cobardes y fracasadas de la Historia de este país, la que nunca enterró de verdad el Franquismo y la que sustituyó aquel sistema por otra dictadura, quizás mucho peor, una dictadura de partidos políticos y de políticastros sin controles, sin apego alguno a la democracia, a la verdad y a la decencia, constructores con nocturnidad y traición de un país sin Justicia, sin decencia y sin ciudadanos.
Millones de españoles, al descubrir la pocilga de país que tenemos, hemos pasado del orgullo a la vergüenza y de sentirnos héroes a considerarnos villanos cobardes y gente sin honor. Nuestro pecado ha sido permitir que lo peor de la sociedad acceda al poder y nos gobierne.
Pido perdón a mis hijos y nietos por dejarles en herencia un país basurero, plagado de corruptos, indeseables y malvados, atrincherados en el Estado, del que se han apropiado y del que han expulsado a los ciudadanos y a la gente decente.
Contemplar a nuestros políticos destrozar la nación y subise el sueldo al mismo tiempo, pelear entre ellos por el poder, traicionar a sus votantes, mentir y engañar, ser corruptos y practicar el robo legalizado, hundir la nación en definitiva, sin que los ciudadanos podamos hacer nada contra ellos porque el sistema nos castra y encadena, es una experiencia terrible y despreciable que no le deseo a nadie. España, por culpa de su clase política, es hoy una fábrica de frustrados y decepcionados.
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